Durante el siglo XIX, los esfuerzos por mejorar la calidad de vida urbana se centraron en la creación de jardines y parques, comenzando así la evolución del paisajismo como la disciplina moderna que conocemos hoy. Sin embargo, aunque existen ejemplos notables alrededor del mundo, la excesiva estructura y artificialidad de los jardines urbanos ha ido en contra de las motivaciones que les dieron origen. En muchos casos, su diseño ha resultado en espacios públicos descontextualizados e ineficientes, altamente demandantes en recursos y alejados de una verdadera sostenibilidad.
La geometría estricta y el uso forzado de especies de difícil adaptación y cuidado están dando paso al regreso de un paisajismo más orgánico, adecuado a los ecosistemas locales y eficiente en su desarrollo y conservación. Los bosques nativos reúnen todos estos aspectos positivos. No sólo permiten restaurar ecológicamente áreas degradadas, sino que mejoran la calidad del aire y retienen el agua de lluvia, creando espacios verdes biodiversos que conectan profundamente a las personas con la naturaleza. Conversamos con Magdalena Valdés, fundadora y directora de Bosko, quien nos explica por qué los bosques nativos son el camino correcto hacia un paisajismo consciente y realmente ecológico.
José Tomás Franco: Para generar bosques nativos de rápido crecimiento ustedes utilizan el método de restauración ecológica de Akira Miyawaki. ¿En qué consiste este sistema y por qué es importante en el contexto actual?
Magdalena Valdés (Bosko): El Método Miyawaki es un sistema intensivo de restauración ecológica. Esto significa que, teniendo como objetivo la reconstitución de un determinado ecosistema de referencia, intenta imitar las condiciones de ese ecosistema en su versión madura. Por ejemplo, si el ecosistema corresponde a un tipo de bosque templado, se observan las condiciones de suelo y especies vegetales que habría en ese lugar si es que no hubiese existido intervención humana.
Así entonces, se trabaja el suelo buscando su oxigenación y enriquecimiento con materia orgánica, hasta alcanzar ciertas características que se asemejen al del suelo de un bosque templado maduro. Asimismo, se escogen las especies posibles, de todas las estratas propias de ese ecosistema, y se plantan en alta densidad, es decir, de 3 a 5 plantas por metro cuadrado. De esa forma se fomenta la colaboración entre esas especies que han convivido por cientos de miles de años y, a su vez, se estimula su competencia por nutrientes y luz, tal como en cualquier bosque.
Finalmente se cubre el suelo con una capa de mulching, de manera de protegerlo de la radiación solar y fomentar así la multiplicación de vida microbiológica en el mismo, lo que facilita las interacciones propias del bosque, haciéndolo cada vez más complejo.
El método Miyawaki permite recuperar propiedades del ecosistema original y obtener beneficios ambientales, como mejorar la calidad del aire, reducir la temperatura ambiente, y filtrar y retener el agua de lluvia. Sin embargo, uno de sus beneficios preponderantes es que produce bosques nativos de crecimiento acelerado, lo que se traduce en espacios sumamente atractivos desde una perspectiva humana, porque nos vuelve capaces de percibir cómo crecen y se transforman suelos degradados en bosques exuberantes, que pasan a ser -en corto tiempo- refugios para la biodiversidad y las personas.
Esto los hace idóneos para ser instalados en espacios urbanos. Su impacto es ecológico, al capturar CO2 y otros contaminantes, pero también profundamente social, al acercar a las personas al conocimiento, apego y cuidado de su propio patrimonio natural desde la ciudad. Cientos de bosques Miyawaki han sido creados en ciudades de Asia y Europa, y ahora en Bosko estamos haciendo lo mismo en diferentes lugares de Chile.
José Tomás Franco: El concepto de restauración está siendo ampliamente utilizado para acercar las estrategias de la circularidad a la arquitectura. Sin embargo, parece reducirse únicamente al diseño de proyectos específicos, y a la elección y manejo de sus materiales. ¿Cómo la restauración ecológica permite que un proyecto arquitectónico se integre correctamente al espacio natural donde se emplaza y más allá?
Magdalena Valdés (Bosko): La restauración ecológica busca asistir la recuperación de la naturaleza degradada, dañada o destruida, recomponer su biodiversidad y restituir sus servicios ecosistémicos.
El desarrollo de un proyecto arquitectónico conlleva necesariamente un impacto sobre el lugar en que se inserta y su ecosistema. En ese contexto, actuar con lógica de conservación (cuando se trata de un proyecto situado en un entorno natural poco intervenido) y luego de restauración ecológica, pueden ser perspectivas valiosas para permitir que un proyecto se integre adecuadamente en su entorno natural, mitigando las consecuencias propias de la intervención.
El sistema Miyawaki en particular, es una gran herramienta para abordar terrenos altamente degradados, especialmente en la ciudad. Por su alto grado de trabajo por metro cuadrado, genera un impacto positivo elocuente en el corto plazo, acelerando justamente todo lo que mencionamos anteriormente: la reparación y recuperación de un espacio dañado, transformándolo en un núcleo biodiverso. Nuestro trabajo busca contribuir a imaginar un terreno, un barrio o una ciudad como una red verde de bosques y vegetación urbana integrada y eficiente, amplificando su impacto y logrando objetivos socioambientales más ambiciosos, con visión holística.
Los bosques urbanos son una oportunidad de devolver la naturaleza a nuestras ciudades, creando focos biodiversos y dinámicos que además son capaces de mejorar la calidad de vida de las personas: purifican el aire, reducen el efecto de las islas de calor, mejoran la resiliencia climática y otorgan una multitud de beneficios bien documentados a la salud física y mental de las personas.
José Tomás Franco: El paisajismo asociado a proyectos arquitectónicos parece moverse en el sentido contrario a lo que ustedes proponen, priorizando la elección de "especies de moda" en una disposición asociada más bien a lo estético. ¿Cómo replantean el paisajismo tradicional y qué beneficios extra pueden entregar? ¿Hasta qué punto es posible manejar y acomodar la apariencia visual de un bosque Miyawaki?
Magdalena Valdés (Bosko): En Bosko nos vemos como agentes de un paisajismo diferente al habitual. Uno que es a la vez ecológico, estético y funcional, y que aspira a lograr una conexión más profunda entre personas y naturaleza.
Los bosques nativos representan un tipo de paisajismo más sensorial, que conecta a las personas de una manera más íntima con la naturaleza: cobijan, proyectan sombra, generan espacios íntimos, flujos, ritmos, sonidos y olores.
El diseño de un bosque Miyawaki puede ser tremendamente plástico en su trazado, incorporando senderos, pasarelas, vacíos y llenos. Lo importante es priorizar siempre los criterios ecológicos, respetando el "cuerpo de bosque", es decir, cierta superficie mínima para que la naturaleza prospere y se desarrolle adecuadamente. Diseñamos los bosques Miyawaki privilegiando siempre la ubicación de las especies en su interior, con el fin de crear un bosque rico y diverso. Para los contornos, sin embargo, nuestro criterio es más estético en la selección de las especies nativas más atractivas, como herbáceas cuyas flores sean más llamativas, con el fin de matizar su apariencia salvaje y densa.
Los bosques Miyawaki creados por la ONG suiza SUGi -gran colaborador e inspiración para Bosko- para la Fundación Vuitton y Moet Chandon en Londres, son lindos ejemplos de fusión entre ecología y estética.
Otro ejemplo, ejecutado por Bosko recientemente en Chile, es el Jardín Nativo Adriana Hoffmann en el Museo Interactivo Mirador (MIM), donde el diseño persigue formas y recorridos, junto con una adecuada distribución de especies y alturas, lo que genera espacios acogedores y atractivos para los visitantes.
José Tomás Franco: ¿Cómo funciona el proceso de acercamiento a un "nuevo suelo" a ser restaurado? ¿Qué factores se deben considerar y cuánto tiempo toma?
Magdalena Valdés (Bosko): El proceso de mejoramiento de suelo comienza con su observación y análisis. Recordemos que el objetivo de un bosque Miyawaki es imitar el ecosistema de referencia en su situación de madurez. Es decir, entre otras cosas, debemos proyectar ese mismo suelo a intervenir, como si allí no hubiese existido intervención humana. Si lo vemos así, entonces en un espacio donde debiese haber existido un bosque, ese suelo debería estar descompactado, oxigenado, lleno de vida microbiológica asociada a bacterias y hongos, y materia orgánica. Además, debería estar cubierto de la hojarasca propia de los bosques: ramitas, troncos descompuestos, infinidad de hojas, insectos muertos, etc. Por lo tanto, nuestra misión es también descompactar el suelo para oxigenarlo, incorporarle materia orgánica en una dosis que permita alcanzar un mínimo adecuado para el desarrollo sano del bosque y cubrirlo con mulch para simular esa hojarasca protectora del suelo del bosque.
Este proceso, clave en la creación de un bosque Miyawaki, puede tardar entre 3 días y 2 semanas, dependiendo de la complejidad del suelo a intervenir, y de la extensión del futuro bosque.
José Tomás Franco: ¿Cómo han visto la evolución de sus primeros bosques y proyectos de paisajismo regenerativo luego de algunos años? ¿Qué tipo de beneficios se pueden empezar a notar?
Magdalena Valdés (Bosko): Nuestro primer bosque Miyawaki, de 280 m2, está en Pirque (Chile) y fue plantado hace 3 años y medio. Actualmente tiene un dosel de más de 8 metros de altura, dado principalmente por maitenes y quillayes. Es rico en biodiversidad gracias a la abundancia de especies de flora nativa -con una tasa de supervivencia de cerca de 80%-, y también por la cantidad de aves e insectos -como mariposas del quebracho, picaflores gigantes y pololos- que han encontrado en este bosque un hábitat idóneo para desarrollarse.
Su suelo es mullido, blando, húmedo y cubierto de hojarasca orgánica. La temperatura dentro del bosque es considerablemente menor a la exterior y la sensación al internarse en su centro vacío, diseñado especialmente para refugiarse en la naturaleza y obtener algunos beneficios del Shinrin-yoku, la famosa práctica japonesa de “baños de bosque”, es de paz y desconexión.
El consumo de agua de este bosque Miyawaki se ha reducido en 60% desde su plantación y no requiere mantenimiento -salvo por intereses personales- ya que, tal como decía Akira Miyawaki, “la mejor gestión de un bosque es su no-gestión”.
Revisa más detalles de este trabajo en su sitio web oficial.